En la diócesis mas pequeña de
Italia (Civitavecchia), y la parroquia mas pequeña (San Agustín) de la
diócesis, a una pequeña familia, al miembro mas pequeño de la familia, la
Virgen visita.
¿Cómo ocurrieron los hechos?:
El Padre Pablo, párroco nativo de
España, le trajo a la familia una estatua de la Virgen de la Paz de Medjugorje.
Es una pequeña estatua muy corriente, de esas que se venden a miles en las
tiendecitas de Medjugorje. La familia la puso en el jardín.
El 2 de febrero, de 1995, cuando
la familia se preparaba para ir a Misa, la niña más chica tardaba. De repente
viene muy emocionada diciendo que la Virgen lloraba... sangre. Los padres
no lo creían y no podían comprender. Pero al investigar vieron la sangre
que corría por las mejillas de la estatua.
Enseguida la llevaron al párroco
quién se quedó desconcertado. Conocía bien que la familia es digna de
credibilidad pero los acontecimientos requerían mucha prudencia y objetividad.
Podía ser la obra de un bromista que se aprovechaba de ésta buena familia.
La estatua fue sometida a varios
estudios de laboratorio y no encontraron la razón de las lágrimas. Pudieron
constatar que la sangre es de un ser humano. En algunas pruebas indica ser
sangre de mujer, en otras de hombre. Todos los hombres de la familia fueron
sometidos a prueba. La sangre no venía de ninguno de ellos.
La estatua es entregada al
obispo, Monseñor Grillo, quién ya estaba preocupado porque la noticia del
milagro se propagó por el mundo entero sin que ni el párroco, ni la familia le
hiciesen propaganda.
Un día, hablando de lo que
ocurría con su propia familia, el obispo sacó la estatua y con asombro vio que
comenzaba a llorar sangre en ese momento, ante sus propios ojos...
En el segundo aniversario de la
lagrimación Monseñor Grillo dijo: - "Es un evento racionalmente
inexplicable. Es claro que ha sucedido algo de irracional entre mis manos. Me
haré matar pero repetiré siempre lo que vi. y lo que sucedió entre mis
manos"
En la actualidad la estatua se
encuentra en la iglesia parroquial de San Agustín, en Pantano, cerca de la
ciudad de Civitavecchia. No muestra rastros de la sangre, quizás porque la
Virgen no quiere convertirse en un espectáculo para curiosos.
La Virgen ha concedido muchas
sanaciones milagrosas.
¿Por qué lloró la Virgen? -Podemos
pensar que la Virgen, siendo madre, llora por la condición de sus hijos en la
tierra. Al ver como vamos a la deriva por el camino ancho. La Madre ya no
sabe que hacer para advertirnos, para atraernos, aunque sea con sus lágrimas
para que tomemos en serio la seriedad que es la vida y la obediencia al
Señor.
Esto ocurrió 14 años después de
la primera aparición de Medjugorje (de donde procede la estatua). 14 son
las estaciones del Vía Crucis; 14 fueron las veces que esta estatua lloró.
María, como corredentora, llora al pié de la cruz y manifiesta sus lágrimas a
sus hijos. Quién ama llora al ver la necesidad del amado. Nadie,
solo Dios, nos ama más que la Santísima Virgen Maria
Diócesis italiana reconoce milagro de
imagen que lloró sangre hace 10 años
ROMA.-El
diario italiano Corriere della Sera informó en su edición de este
domingo que ha tenido acceso a un dossier con numerosos documentos inéditos que
confirma como un “verdadero milagro” el caso de la llamada “Madonnina de
Civitavecchia”, una imagen de la Virgen María que lloró sangre en catorce ocasiones hace diez años.
El
editorial –escrito por el prestigioso periodista católico Vittorio Messori–
explica que el dossier, que será publicado en los próximos días, ratifica que
“en ese rincón de la tierra se ha verificado un evento que no tiene explicación
humana y que remite al misterio de lo
sobrenatural”.
Messori
resalta el testimonio del Obispo de Civitavecchia, Mons. Girólamo Grilli, “que
pasó del más radical escepticismo a la aceptación del enigma” cuando en la
mañana del 15 de marzo de 1995, mientras tenía en sus manos la estatua, de los
ojos de ésta comenzó a salir sangre, que alcanzó hasta el cuello de la figura.
El dossier
incluye también la documentación de
todas las investigaciones realizadas, así como el informe del experto
mariano Stefano De Fiores, quien afirma que “aquí está la mano de Dios”.
El caso de
la Madonnina de Civitavecchia –una ciudad ubicada a 70 kilómetros al norte de
Roma– saltó a la luz el 2 de febrero de 1995, cuando Jessica Gregori, una niña de cinco años, notó lágrimas de
sangre en la cara de la imagen de 43 centímetros que les había traído de
Medjugorje (Bosnia-Herzegovina) el párroco de la iglesia local de San Agustín,
el Padre Pablo Martín.
El 10 de
febrero de 1995 un análisis hecho por expertos del Policlínico Gemelli de Roma
señaló que se trataba de sangre humana
con caracteres masculinos. La estatua fue guardada en un armario del obispado y
el 15 de marzo, cuando Mons. Grilli la sacó delante de otras tres personas, la
estatua volvió a derramar sangre en sus manos. En total fueron catorce veces las que la Madonnina
lloró.
La imagen
de yeso fue confiscada por la magistratura durante varios meses en 1995 y a
mediados de ese año, tras ser levantada la confiscación, fue colocada
definitivamente en la iglesia de San Agustín.
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Hemos
visto los avisos que Nuestro Señor envía a sus hijos a través de sus profetas,
a través de sus santos y de sus almas santas invitando a los hombres a la
conversión y a la penitencia. Ante la dureza del corazón de los hombres, el
Señor, envía a su Madre Santísima para avisar a sus hijos del peligro que
corren por ofenderle tan gravemente y no rectificar sus conductas ante los
reiterados avisos. La Virgen Santísima, ante la contumacia de sus hijos, los
hombres, ya no puede ni hablar, ya lo ha dicho todo, y se limita a llorar, al
igual que cualquier madre angustiada al ver perderse a sus hijos, y llora con
lágrimas humanas en Siracusa y al ver que sus hijos no se conmueven ante estas
lágrimas, llora con lágrimas de sangre en Civitavecchia pues ya no puede
sostener el brazo airado de su Hijo y teme, como buena madre, el castigo que
sus hijos los hombres se han merecido. La Madre del Cielo enseña a las madres
de la tierra el gran arma de las madres: las lágrimas. En esta época la Virgen
parece pedir a las madres cristianas que como nuevas Santa Mónica, lloren por
la salvación de sus hijos y lloren hasta que consigan su conversión y se salven
antes que su perdición sea definitiva e irremediable.
En esta
etapa de la Historia de Injusticia,
el clamor de los pecados de la humanidad llega al cielo pidiendo al Altísimo
justicia. La sangre derramada de millones de niños asesinados en el seno de sus
madres, clama venganza y justicia del cielo. Las terribles desigualdades
sociales exige justicia y reparación. La Madre ya no hace otra cosa que llorar
y llora sangre. Pero la misericordia de Dios es infinita. Ha dado su vida por
redimir al hombre y en su misericordia da al hombre una última oportunidad: que
el hombre implore y se acoja a su infinita misericordia. La devoción a la
Divina Misericordia la propagó la religiosa polaca Santa Faustina Kowalska, canonizada por Juan
Pablo II.
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