Apariciones a Santa Catalina Labouré. Es la primera de las modernas
epifanías y avisos marianos: comienza lo que Pío XII llamó “el siglo de la
Virgen”. Le ofreció la Medalla Milagrosa y, más tarde, le pidió la fundación de
las “Hijas de María”, medios para la conversión del mundo antes de castigarlo.
Le había anunciado, con rostro muy apenado: El mundo entero se verá afligido
por calamidades de todas clases. Le concretó tres: Van a llover desgracias
sobre Francia; el trono será derribado. Habrá muchas victimas en las
comunidades y en el clero de París; el arzobispo morirá. La cruz será
despreciada, la sangre correrá por las calles- la Virgen no podía hablar de
dolor-, el mundo entero será invadido por la tristeza. Santa Catalina se
preguntaba cuando ocurriría eso, y escuchó claramente una voz interior:
cuarenta años y diez y después la paz .
Días después, caía Carlos X, a
los cuarenta años, en 1870, tuvieron lugar en París los horrores de la Comuna y
el asesinato del arzobispo, Monseñor Darboy, con otros muchos sacerdotes.
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